miércoles, 16 de mayo de 2012
El peor enemigo del ser humano
Se que pensarán que el peor enemigo del ser humano es Satanás, sin embargo esta idea no es del todo cierta, aunque Satanás siempre ha querido ver a la humanidad sumida en la más profundad oscuridad y pecado no es el su peor enemigo, el peor enemigo del hombre yace en si mismo y lo vemos en el espejo cada día.
El ser humano posee dos naturalezas que se hacen manifiestas cuando una persona acepta a Cristo como Señor y Salvador, la nueva naturaleza busca lo espiritual, todo aquello que agrada y alaba a Dios, es por si misma una naturaleza pura desprovista de todo deseo maligno, imbuida solo con el Ágape de Dios actuando sobre todas las cosas, la sangre de Cristo cubre esta naturaleza y El Espíritu Santo es su director.
La vieja naturaleza representa a la ley de los miembros, a la naturaleza heredada desde la caída de Adán, Jesucristo es el segundo Adán por medio del cual el pecado fue liberado del ser humano, no obstante la naturaleza del primer Adán permanecerá vigente en el creyente aún después de haber aceptado a Dios, es decir el viejo hombre con su naturaleza no pueden ser reformados ni cambiados a pesar de que usted tenga mucho tiempo en los caminos del Señor.
Por esto el Apóstol Juan escribía en una de sus cartas que si decíamos que no teníamos pecado hacíamos a Dios mentiroso, muy a pesar de nuestra voluntad somos propensos a pecar y siendo creyentes existe una verdad máxima lo más seguro es que sigamos pecando. Este tipo de aseveración probablemente caiga como una piedra a todos aquellos que proclaman una vida cristiana ascética y pietista, es del tipo de hermanos que se cree más limpio y puro después de aceptar a Cristo que el mejor de los detergentes. Esto genera personas que probablemente abandonan la fe cristiana al cometer su "primer error" luego de haber aceptado a Cristo.
Y es un error teológico de nuestra parte no enseñar que ambas naturaleza están en constante pugnacidad, un conflicto eterno en donde las dos se anulan, el Apóstol Pablo en su carta a los Romanos decía que producto de esa lucha no hacia nada sino que permanecía en cero. Y tiene que ser así porque de otro modo la obra sería nuestra y no del Señor, porque es Dios por medio de su Gracia quien santifica, el que comenzó la buena obra es quien la perfeccionará (Katartizo) hasta el día de Jesucristo (Parousia).
Tener en cuenta quienes es nuestro peor enemigo nos permitirá conocer a profundidad cuan grande es la Gracia del Señor en nosotros, porque solamente es por Gracia tal como lo expresaron nuestros hermanos bastiones de la reforma, lo demás sencillamente es desechable.
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